¿Por qué ir a clase de música con un bebé desde el nacimiento? ¿Le estamos amaestrando prematuramente para logros determinados?
Tradicionalmente se ha entendido aprender música como acceder a la comprensión teórica de la misma organizada desde la notación musical. Por eso en los sistemas de enseñanza musical tradicional no se comenzaba por lo menos hasta los 8 años edad, momento en el que el niño puede estar preparado para un determinado tipo de abstracción teórica y habilidad matemática.
Pero la música no es un convencionalismo teórico reflejado con una simbología gráfica. La música es un lenguaje sonoro que entraña y expresa una sintáxis o coherencia intrínseca, a la que accedemos en primer término:
- A través del oído.
- De forma intuitiva y práctica.
- Mediante procesos asimilativos que pasan por diferentes fases y momentos: escucha o absorción, intento imitativo o proceso de ajuste, y asimilación o extracción de significado.
Este aprendizaje musical que, como Edwin Gordon señala en su Music Learning Theory, se asemeja al aprendizaje de la lengua materna, el niño viene preparado para realizarlo desde el momento del nacimiento, sino antes. Todos los aprendizajes que activan las zonas cerebrales relacionadas con el lenguaje viven sus momentos más decisivos en los primeros años de la vida.
Por tanto, no tanto enseñar música, como exponer al niño a un ambiente de musicalidad rica y variada y ofrecerles adultos de referencia como modelos de musicalidad suponen, no solamente un estímulo musical adecuado desde los primeros mese de vida, sino que en si mismos, suponen los aprendizajes musicales más significativos que el niño puede hacer durante toda su vida.
Por eso en la Escuela de Música con Corazón las clases de música para bebés son algo más que estimulación temprana y algo muy diferente al amaestramiento temprano. Se trata de influir de forma determinante en crear un vínculo afectivo, duradero y significativo con la música de por vida.
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